En el bar de la plaza del pueblo comentan que la cueva que Francisco tiene debajo de su casa era un búnker de la Guerra Civil. El panadero dice que era un antiguo pozo. El del taller asegura que no es más que un museo donde exponían vasijas y jarrones. Y desde el Ayuntamiento sospechan que puede ser una gruta del castillo que hay a pocos metros, el de Puñonrostro, construido en el siglo XV.

Estamos en Torrejón de Velasco, un pequeño municipio madrileño con poco más de 4.000 habitantes censados. La mitad de ellos viviendo en invierno. Al ver al periodista y al fotógrafo aparecer desubicados en la plaza, los vecinos tienen claro lo que buscamos. «Paco y su cueva están a la entrada, la primera a la derecha viniendo desde Madrid», explican.

Así es. En el número 2 de la calle Cubas nos espera Francisco Vicente Fernández y su mujer, María Teresa García. Paco tiene ganas de que veamos su cueva. Lo que para muchos sería un tesoro, para este hombre de 55 años es un infierno. Su casa unifamiliar de tres pisos está vallada y hay una rampa para entrar por el garaje. Debajo de la puerta principal hay un enorme agujero por el que pasan los tubos del agua, gas, electricidad y una pequeña apertura. Con un foco y el flash de la cámara nos adentramos. «Tiene 14 metros de largo, cuatro de ancho y dos de alto», dice Paco. La verdad es que impresiona tener esto debajo de tu casa.