Como si de un cuento sin sentido se tratase, están apareciendo y desapareciendo bicicletas rosas (desde las ruedas hasta las luces, los sillines y las cadenas) ancladas en el mobiliario público del Barrio de Salamanca. Por arte de magia, día sí y día también, los madrileños se preguntan extrañados el porqué de este misterio.

Atadas a los árboles, a vallas, o a farolas… Así es como en estos días grises de inestabilidad metereológica se están iluminando con sonrisas curiosas algunas de las calles más céntricas de la capital. Conde de Peñalver, Goya, Plaza de Felipe II, Ayala, Hermosilla, Serrano y María de Molina. Estas son algunas de las emblemáticas vías en las que aparecen sin sentido aparente y sin que ningún transeúnte sea capaz de averiguar quién las deja ahí.

Las redes sociales se han llenado de comentarios. «Es la segunda bici que veo hoy. ¿Alguien sabe qué significan? ¿Dónde las venden? Es para una amiga», dice una joven. «¡Me encantaaaa!. Qué monada… Me la llevaría a casa», dice otra chica, con que posa junto a otra.

La idea se esta realizando también en Barcelona en los barrios de San Gervasio y Gracia y antes se llevó a cabo en la ciudada alemana de Berlín.

Lo único que se sabe desde el momento, es que se trata de una iniciativa lanzada por una empresa con el único objetivo de disminuir la contaminación.

@entrammbasaguas