Evitar elecciones se ha posicionado casi en el primer lugar en la lista de prioridades de Rivera. Los asientos importan, pero las declaraciones del dirigente naranja parecen no encajar en los líderes de la oposición. La propuesta estrella ha sido ofrecer un gobierno presidido por un independiente elegido por consenso entre Psoe, PP y Ciudadanos para poder así desbloquear la situación política y comenzar a gestionar.
Rivera se lava las manos señalando a Sánchez y Rajoy como principales culpables de la situación. Las diversas formaciones son perseguidas a diario por ese viejo demonio llamado corrupción que intentan alejar a golpe de discurso, pero el dirigente naranja parece tenerlo claro y zanja con cualquier miembro que este rodeado de casos y amistades suntuosas que incumplan la ley. Esto, que parecía ser un filtro a la hora de formar gobierno no ha supuesto un impedimento para sumarse al eslabón del Partido Socialista. A su juicio, si «los dirigentes políticos suponen un inconveniente para la negociación deberían dar un paso atrás» esto, ha sido un mensaje subliminal para la cúpula de los azules.
La situación que claramente requiere de complicidades, el desgaste del bipartidismo ha puesto en escena a nuevos actores que claman revancha. Los vaivenes de la política y la flagrante inestabilidad han llevado a El Rey Felipe VI de nuevo a recibir a los dirigentes de las diversas formaciones entre el lunes y el martes para intentar esclarecer el bloqueo. En caso de que no se resuelva la situación, el 26 de junio habrá nuevas elecciones. La agonía del momento y el desgaste político de los últimos apunta a una temparana disolución de las Cortes.
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